COMPONENTES

ELISA DEL AMO JEREZ
SILVIA ENGRA ROSELL
MARIA DOLORES TÉBAR DOCÓN

miércoles, 10 de octubre de 2012

BIBLIOGRAFÍA 4.




Elisa del Amo. 10/10/12.

EL ANCIANO SANO.

La concepción de salud plantea una visión sistémica, considera  al individuo como un elemento integrante de un todo, y, a la vez, como un conjunto de elementos que interactúan para conseguir un objetivo común: el equilibrio. Este “todo” no es más que la suma de los elementos, y la interacción armónica de todos ellos permitirá al individuo mantenerse en salud.  Los cambios anatomofisiológicos asociados al envejecimiento se inician de forma poco aparente, para exteriorizarse poco a poco. Todo esto requiere un ajuste y adaptación orgánica de cada individuo que le permitirá mantenerse en salud, lo que determinará, su capacidad de resistencia y adaptación. Se puede hablar de nivel funcional óptimo como aquel que permite al anciano ser lo más independiente posible.

Se considerará  anciano “independiente” aquel que es capaz de solucionar las actividades que se le presentan en la vida cotidiana y anciano “dependiente” aquel que es incapaz de resolver las dificultades que le genera la actividad cotidiana. Así, un anciano independiente utilizará los recursos de que disponga o tenga a su alcance (propios o comunitarios), para satisfacer sus necesidades vitales, mientras que el anciano dependiente no será capaz de ello.

EL ANCIANO FRÁGIL. FRAGILIDAD.

Conceptualmente, la fragilidad puede definirse como la situación de gran vulnerabilidad orgánica, psicocognitiva y funcional de la persona mayor, consecuencia de la actuación de diversos factores de riesgo, y que requiere un continuo control y ocasional ayuda.

Las causas que desencadenarán una situación de fragilidad son variadas. Unas son propias de la condición personal del individuo, otras son socioambientales, y otras se relacionan con la enfermedad y con las atenciones recibidas.

EL ANCIANO ENFERMO.

Se trata del anciano que se encuentra en una situación de equilibrio inestable, frente a cualquier noxa desestabilizadora puede devenir una persona enferma, necesitada, y por su idiosincrasia, percibir y expresar su enfermedad de una forma particular, singular y atípica que en ocasiones escapa del patrón esperado por los profesionales de la salud.
Las enfermeras deben tener presente cuáles son las alteraciones de la salud en la ancianidad, especialmente las afecciones más significativas, sus rasgos más propios y sus efectos, ya que la proporción de enfermos ancianos que ocupan camas hospitalarias es cada vez mayor. Asimismo, hay un aumento del número de ancianos que el medio extrahospitalario que padecen más de un trastorno de larga evolución que requiere una atención continuada.

Bibliografía:
-Guijarro García J.L, Pérez Parado de la Vera A. Nutrición Geriátrica. Navarra. Ulzama.
-García Hernández M, Torres Egea M.P, Ballesteros Pérez E. Enfermería Geria¡átrica. 2ª ed. Barcelona. Masson; 2000.