COMPONENTES

ELISA DEL AMO JEREZ
SILVIA ENGRA ROSELL
MARIA DOLORES TÉBAR DOCÓN

lunes, 15 de octubre de 2012


Anciano sano, frágil y enfermo.
BIBLIOGRAFIA
<!--[if !supportLists]-->-          <!--[endif]-->García Hernández M., Torres Egea M.P., Ballesteros Pérez E. Enfermería Geriátrica. 2ª edición. Barcelona: Masson. 2000.
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<!--[if !supportLists]-->-          <!--[endif]-->Siete días médicos [en línea]; 2012 [fecha de acceso:15/10/2012]. URL disponible en: http://www.sietediasmedicos.com/tema-de-la-semana/anciano-fragil/item/285-marcadores-de-fragilidad-icuales-como-y-donde.html
<!--[if !supportLists]-->-          <!--[endif]-->El anciano enfermo [en línea];2012 [fecha de acceso:15/10/2012]. URL disponible en: www.segg.es/download.asp?file=/tratadogeriatria/PDF/S35...I.pdf
En el hombre, a lo largo del proceso de envejecimiento y debido a la propia evolución biológica, se producen unos cambios considerados “normales”, que será preciso conocer para diferenciarlos de cualquier proceso capaz de alterar la salud.
Los cambios anatomofisiológicos que se producen a lo largo del desarrollo del hombre se inician al mismo tiempo que la propia vida y se hacen palpables de forma muy notable en los primeros años de existencia. Sin embargo, los cambios asociados al envejecimiento se inician de forma poco aparente, para exteriorizarse poco a poco. Los requerimientos individuales para resolver las necesidades de la vida cotidiana son distintos y están sujetos a las incapacidades o limitaciones personales para funcionar de forma independiente. Se puede hablar entonces del nivel funcional óptimo como aquel que permite al anciano ser los más independientemente posible.
Así se puede definir al anciano sano como aquel sujeto con alteraciones funcionales, al límite entre lo “normal” y lo “patológico”, en equilibrio inestable y con adaptación de los trabajos funcionales a sus posiblidades reales de rendimiento.
La conciencia y posterior aceptación de esta mutación orgánica y funcional, inherente al proceso de envejecimiento, ayudará al individuo a asumir su déficit y a no plantearse expectativas de respuesta más allá de sus capacidades funcionales.
En los ancianos, el término “fragilidad” se emplea para describir distintas situaciones de vulnerabilidad relacionadas con el hecho de envejecer y/o con la enfermedad en sí misma. Para definir la fragilidad se tienen en cuenta una serie de indicadores tales como: síndromes geriátricos, realización de las actividades básicas de la vida diaria, movilidad, factores de índole social (aislamiento o no)… La clave del conocimiento del síndrome de fragilidad y de la condición asociada de sarcopenia está en describir qué tipo de estudios de intervención, incluyan o no medidas terapéuticas, conducirán a modificar en el futuro próximo el pronóstico de estos sujetos.
El anciano enfermo es aquel que presenta una enfermedad aguada, su perfil es similar al de cualquier adulto que presenta una enfermedad y que acude a una consulta o tiene un ingreso a un hospital por un proceso único. No tiene demencias ni conflictos sociales que generen riesgo a su salud. Sus problemas de salud pueden ser atendido con el servicio convencional y con la especialidad médica pertinente.