COMPONENTES

ELISA DEL AMO JEREZ
SILVIA ENGRA ROSELL
MARIA DOLORES TÉBAR DOCÓN

miércoles, 14 de noviembre de 2012



La INMOVILIDAD puede definirse como la pérdida del movimiento anatómico como resultado de los cambios  en la función  fisiológica secundario a degeneración y reducción en la actividad por  desacondicionamiento.  El control postural y la marcha son actividades complejas,  precisan  de la interacción de varios sistemas para su correcta ejecución.  Se requiere de una perfecta  coordinación entre la función perceptual sensorial, motricidad, condición física, cognición  y estado de salud previo; asociado a condiciones externas como son la familia y el entorno.   En el envejecimiento suceden ciertos cambios fisiológicos que pueden dificultar una  correcta movilización; la atrofia muscular  unida a fibrosis hacen que la contractura  muscular sea más lenta, hay una reducción en el número de fibras musculares rápidas  encargadas del trabajo isométrico.  Se considera que la fuerza muscular disminuye en un  15% entre los 30 y 70 años; además los ligamentos, tendones, superficies articulares y  tejido conectivo ven reducida su capacidad amortiguadora. Por estas razones son frecuentes  la debilidad muscular y el aumento de la resistencia articular.


 Cambios en otros órganos y sistemas también influyen en la movilidad,  Alteración en la  visión, disminución en la sensibilidad propioceptiva y vibratoria, así como la velocidad de  conducción nerviosa, unida a una menor respuesta postural refleja. La capacidad  cardiopulmonar no sufre modificaciones; pero está limitada para la actividad física máxima.   Modificaciones en el acto de la marcha con aumento en la base de sustentación,  enlentecimiento, mayor número de pasos, desplazamiento del centro de gravedad hacia arriba y adelante dificultando el manejo del equilibrio. Además,  la cabeza se balancea en  sentido lateral con disminución en la amplitud del movimiento articular. Todas estas  alteraciones conllevan que la marcha del anciano tenga un consumo energético mayor.


Muchas enfermedades son causa de inmovilidad y encamamiento. El uso de múltiples medicamentos con sus efectos secundarios entre los que cave resaltar la presentación de hipotensión postural, alteraciones en el nivel de conciencia y extrapiramidalismo. En múltiples ocasiones cuando se trata de un paciente geriátrico, luego de una hospitalización prolongada y a pesar del éxito terapéutico sobre el proceso responsable del ingreso, la posibilidad de recuperación de la función previa resulta difícil y  compleja por pérdida en la realización de actividades previas como la deambulación; está  descrito que hasta un 40% de los ancianos mayores de 70 años sufren alteraciones  significativas en su función posteriores a la hospitalización  y no relacionado con el motivo  de ingreso.

Es destacable que factores como el sobrepeso o en su defecto estados de  malnutrición, ausencia de motivación o estados depresivos; también  la falta de apoyo  social o falta de capacitación a familiares y cuidadores sobre como reiniciar el  entrenamiento para la marcha agravan la condición de un paciente que podría tener una  adecuada rehabilitación posterior a un proceso agudo.
Condiciones especiales como una  neoplasia en estadio avanzado, la polimedicación, control inadecuado del dolor crónico, la  deprivación neurosensorial son situaciones en las cuales el manejo médico integral puede ofrecer a estos pacientes un  enfoque que permita tener un soporte  y cuidado oportunos sin  aumentar los riesgos.


Sus consecuencias en el pronóstico y calidad de vida del anciano suelen resultar más
importantes que la enfermedad subyacente. Afecta a múltiples de los sistemas orgánicos (Sistema Musculoesquelético, Sistema Nervioso Central, Sistema Cardiovascular...) y para todos ellos tiene repercusiones muy negativas.
Son múltiples las consecuencias de la inmovilidad para el paciente, su familia y las
repercusiones económicas y sociales a veces son difíciles de medir.


El objetivo fundamental del tratamiento será el control de las enfermedades existentes y la recuperación  más cercana a la condición basal del paciente.  La medicina de primer nivel juega un papel  vital  en la promoción y el mantenimiento de la movilidad del anciano, el detectar de forma  precoz enfermedades incapacitantes y factores ambientales asociados, fomentando los  programas de actividad física y ejercicio; además de proporcionar educación sanitaria a  pacientes y cuidadores. La mejor manera preventiva es mantener al paciente activo y  funcional, adaptado a su entorno y en el caso de tenerlo en cama, prevenir la aparición de  atrofias, contracturas y complicaciones.


















BIBLIOGRAFÍA:

Romero Cabrera A.J. Temas para la asistencia clinica al adulto mayor. Cienc. Med. Cienfueg. [en linea] 2007 MediSur [fecha de acceso: 12 de Nov de 2012]; 5(2). Disponible en:
http://www.facultadsalud.unicauca.edu.co/fcs/2006/marzo/inestabilidad.pdf