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ELISA DEL AMO JEREZ
SILVIA ENGRA ROSELL
MARIA DOLORES TÉBAR DOCÓN

martes, 20 de noviembre de 2012

Inmovilidad en el anciano.
BIBLIOGRAFÍA
-          Liga de mayores [en línea]; 2012 [fecha de acceso: 16/11/2012]. URL disponible en:
-          Facultad de salud [en línea]; 2006 [fecha de acceso: 16/11/2012]. URL disponible en: http://www.facultadsalud.unicauca.edu.co/fcs/2006/marzo/inestabilidad.pdf

Las caídas representan un importante problema en la población geriátrica dada su incidencia y las consecuencias de diferente severidad en este grupo de edad,  son una causa común y potencialmente prevenible de morbilidad y mortalidad; siendo evidente la necesidad de descubrir formas de prevención y manejo.
El control de la postura y de la marcha son actividades complejas que requieren una correcta interacción del sistema nervioso y musculoesquelético, con el sistema visual y del equilibrio.
El envejecimiento va a determinar una serie de cambios fisiológicos en el organismo que justifican una cierta limitación de la movilidad. Dichos cambios son:
Músculo esqueléticos: Disminución de la masa y fuerza muscular, con la consiguiente disminución de la velocidad de contracción muscular. Además se produce una alteración de la coordinación, obteniéndose como resultado final la marcha senil.
Del sistema nervioso: Disminución de las distintas sensibilidades, con un enlentecimiento de los reflejos que mantienen la postura.
Cambios en los sistemas cardiovascular y pulmonar: Con un detrimento en la capacidad del anciano para adaptarse al ejercicio.
Junto a estos cambios asociados al envejecimiento, se deben considerar otros factores que también van a influir en la capacidad de desplazamiento de la persona anciana, y que son frecuentes en esta edad, tales como problemas médicos crónicos, problemas psico-sociales (soledad y falta de apoyo social) o la existencia de barreras arquitectónicas en el hogar que dificultan los movimientos (obstáculos en el domicilio, inexistencia de elementos de ayuda como bastones, andadores, pasamanos...).
La capacidad de movilidad o desplazamiento resultan imprescindibles en una persona para mantener una correcta autonomía, y es considerado a su vez, un indicador del nivel de salud y calidad de vida del anciano. La pérdida de movilidad conduce a la disminución de su independencia. Además el anciano inmovilizado es considerado un paciente de alto riesgo para la aparición de complicaciones médicas, pasa a ser dependiente para las actividades básicas de la vida diaria, y aumenta por ello el riesgo de institucionalización, así como la mortalidad.
Por tanto, podemos definir la inmovilidad como la disminución de la capacidad de desplazamiento de la persona en el medio que le rodea, con una disminución de la capacidad para desempeñar actividades de la vida diaria y, por tanto, una merma de su autonomía.
Este síndrome geriátrico se caracteriza por una escasa tolerancia al ejercicio, una progresiva debilidad muscular y, en casos extremos, incluso la pérdida de los reflejos posturales que imposibilitan la recuperación de la deambulación. Es por ello bien conocido que la inmovilidad genera más inmovilidad, con independencia de posibles enfermedades asociadas, y es en general multifactorial, con evolución progresiva y difícilmente reversible.
Puede diferenciarse en dos tipos el síndrome de inmovilidad:
Relativo o parcial, en el que el anciano lleva una vida sedentaria, pero es capaz de movilizarse, con limitación de determinados movimientos y ejercicios musculares, pero que no impiden el desarrollo de una vida relativamente normal,
Absoluto o total, que implica un encamamiento crónico, requiriendo una dependencia total.
Son múltiples las causas, se dividen en intrínsecos y extrínsecos:
Intrínsecos:
-          Inestabilidad: Cambios que pueden aparecer con la edad como la inestabilidad postural, marcha de pequeños pasos, disminución en la expansión cadera y tobillo; aumentan  la separación de las puntas de los pies,  haciendo   mayor la  base de sustentación y aumentando  el tiempo de latencia  en la respuesta refleja motora inconsciente.
-          Alteraciones en los órganos y sistemas: La postura y el equilibrio dependen  de la visión, sistema vestibular,  la propiocepción y la sensibilidad cutánea de los pies. Los trastornos visuales en el anciano contribuyen a aumentar el índice de caídas.
-          Comportamentales y cognoscitivos: Está suficientemente documentado que la alteración en la atención, estado de alerta, memoria, presencia de depresión, compromiso en la percepción entre otras alteraciones mentales y psicológicas facilitan las caídas.
-          Comorbilidad: La  presentación  de múltiples patologías con sus respectivos tratamientos  que caracterizan a la población anciana  propende en forma significativa la aparición de alteraciones en la marcha y postura facilitando el riesgo de caídas.
Extrínsecos:
-          Factores derivados de la actividad: La mayoría de las caídas ocurren en los ancianos durante la realización de sus actividades cotidianas, mediante tropiezos y solo un 5%  mientras desempeñan alguna tarea de mayor riesgo como subirse a una silla,  escalera de mano o práctica de deporte.
-          Factores derivados del entorno: El riesgo de caer  va a estar correlacionado con el nivel de funcionalidad individual; cuando se  hace  referencia al ambiente habitual del paciente, los lugares más importantes, son  su domicilio en donde las caídas  ocurren con mayor frecuencia en el baño, la cocina, la habitación y las escaleras. 
La exploración de la movilidad, que va a comprender:
-          Examinar la movilidad en la cama y la capacidad de girar y de incorporarse a la posición de sentado.
-          Se evaluará la realización de las transferencias de la cama a la silla, y al baño.
-          Debe reflejarse si el paciente realiza los cambios posturales y es capaz de desplazarse de manera independiente, con vigilancia, o con ayuda escasa o importante.
-          En cuanto a la marcha y el equilibrio, se valora como se levanta de una silla, como inicia y mantiene la marcha, como gira, su capacidad para subir escalones.
-          Es importante reflejar que la evaluación de la movilidad del paciente es un proceso continuo, dado que habrá de valorarse y revalorarse de manera progresiva, para observar progresos en el tratamiento rehabilitador.